28-07-2013

Tensa afinación de los números para el tramo final

Por Marisa Alvarez (*) – Columna del diario El Día de La Plata

A apenas dos domingos de las elecciones primarias -en rigor, una primera vuelta del comicio general para la “gran” categoría en juego en este turno, la de diputados nacionales-, las encuestas de la competencia bonaerense son consumidas por estas horas por los protagonistas de esta batalla con mayor avidez aún que de costumbre. Es que las tendencias que estén marcando los últimos sondeos signarán la agenda y el tono de las campañas en las próximas dos semanas.

Ya desde hace unos dMarisa Alvarezías, los principales candidatos están recibiendo una “actualización” diaria de los sondeos, obviamente en ese caso telefónicos, lo que también implica un margen de error superior al 3%, por lo tanto no despreciable cuando se trata de afinar números y proyecciones.

En ese marco de ansiedades, las encuestas de las principales consultoras coinciden en señalar un crecimiento del candidato del Frente para la Victoria, Martín Insaurralde, que lo acerca a quien lidera la cosecha de votos, el postulante del Frente Renovador, Sergio Massa.

El punto es en qué nivel se ubica ahora esa brecha, porque sobre ese dato las mediciones difieren, en medio de una especie de guerra de nervios que tiene a esos números como arma principal.

Desde una ventaja inicial -hace tres semanas- para Massa que todos los sondeos ubicaron uniformemente entre diez y once puntos, algunos relevamientos indican que ahora esa distancia se ubica entre seis y ocho puntos. Esas encuestas consolidan la confianza en el massismo, donde creen que el triunfo en la primera vuelta está realmente al alcance de la mano.

Pero de esos sondeos descreen en el oficialismo, porque hay encuestas, de consultoras tan reconocidas como las otras, que achican esa brecha a no más de cuatro puntos “y subiendo”. Un número que ya permite hablar de “virtual empate”, márgenes de error y posibilidades de mayor crecimiento, mediante, y genera en el kirchnerismo un notorio entusiasmo, aunque la tensión con la que están encarando esta campaña no se haya disipado en absoluto.

Es que las proyecciones de esos datos, que obviamente tienen en cuenta el caudal histórico del kirchnerismo, le permiten también al oficialismo confiar en una posible victoria el 11 de agosto.

“Le voy a ganar”, comenzó a decir en estos días, por ejemplo, Daniel Scioli a personas de su confianza. Un enfático pronóstico electoral en el que, además de las encuestas, puede influir, desde ya, el optimismo genético que el Gobernador exhibe frente a las más diversas vicisitudes. Pero el de Scioli no es un pronóstico más. Así como lo expresa, refleja hasta qué punto el Gobernador ha asumido este proceso electoral prácticamente como si el candidato fuera él. Y deja en evidencia, también, y fundamentalmente, que ya reconoce a Massa -de él habla, claro- como el adversario, no tanto ahora en rigor, sino en la carrera presidencial del 2015, de la que aspira a ser uno de los protagonistas. Quizás este posicionamiento belicoso explique las críticas que funcionarios del gobierno provincial le dedicaron en la última semana al tigrense, en el nivel más alto de chicana y agresividad que ha registrado hasta ahora esta campaña.

Por lo demás, otra lectura de los últimos sondeos, según estén proyectados o no los indecisos y en base a las distintas mediciones, muestra los extremos del caudal del intendente de Tigre entre los 32 y 38 puntos, mientras que los del intendente de Lomas de Zamora van del 26 al 32 por ciento. Y exhiben a Francisco De Narváez y a Margarita Stolbizer con caudales que oscilan entre los 12 y 15 puntos cada uno, y que no develan quién se quedaría con el tercer lugar.

En definitiva, estos números reflejan que persiste la supremacía de la cosecha de Massa. Pero también dejan abierta la puerta para el eventual cambio en la cima del ranking con que se ilusiona el oficialismo. Y preanuncian, fundamentalmente, la alta posibilidad de que se produzca en los hechos un empate que deje todo por definir en la elección general (la segunda vuelta) del 27 de octubre.

Por eso, los analistas prevén estrategias más duras en todos los sectores para las dos semanas que faltan para la hora de las urnas. Del oficialismo se especula con una arremetida sobre Massa que protagonizaría la propia Cristina, quien ya intensificó en estos días sus dardos sobre el tigrense, aunque aún sin nombrarlo y todavía en un tono contenido.

Massa, por su lado, está abandonando el tono acrítico con el que inició su campaña y, en la medida que las encuestas lo indiquen, podría terminar delimitando con dura contundencia sus diferencias y distancias con el oficialismo, hasta ahora diluidas intencionalmente en el diseño de una estrategia que tiene como eje “las propuestas y un espíritu dialoguista y unificador” del candidato, como contracara de una fuerza, el kirchnerismo, y un Gobierno al que en la intimidad definen como “esencialmente confrontativo y promotor de divisiones”.

Stolbizer y De Narváez también profundizarían estrategias más aguerridas contra el Gobierno y contra Massa. Intentarán, cada uno, ubicarse con mayor nitidez en el tercer lugar y, sobre todo, alcanzar una cosecha de votos que no los saque definitivamente de carrera en la primera vuelta.

Desde esas previsiones, los analistas esperan dos semanas mucho tensas que las transcurridas de esta campaña.

(*) Periodista. Secretaria de redacción del diario El Día.