22-06-2016

Operación esmeril

En las entrañas del poder macrista se estaría tejiendo una cuidadosa jugada que apuntaría a destronar a un poderoso ministro del gabinete nacional.

aranguren

Juan José Aranguren, el ministro de Energía que Macri banca y muchos cuestionan.

Si hay algo que está claro, a esta altura del partido, es que no entró con el pié derecho a la función pública. Desde el minuto uno al frente del ministerio, no hizo más que tomar decisiones previsibles, pero antipopulares, que lo colocaron rápidamente en el ojo de la tormenta. Una tormenta que lejos de pasar, va camino a convertirse, todavía hoy, en un huracán.

Un huracán que, para muchos observadores, alcanzó ribetes dramáticos por influencia de múltiples desaciertos en su gestión o en la forma de aplicar los correctivos que tiene que llevar adelante.

Arrancó con un fuerte aumento en el precio de los combustibles que, mal que mal, logró zurfear. Pero cuando llegó la hora de ajustar las tarifas de luz y gas, comenzó el desmadre. Sus detractores, aseguran que la insensibilidad de la gestión en la actividad privada, lo alejan de las formas políticamente correctas de proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad frente a un tema tan crucial.

Es cuando ponen el acento de que no se armó una red de contención para evitar que el tarifazo, que nadie cuestiona y que todos sabían iba a aplicar, impactara – como ya comenzó a verse- no sólo en la franja más desprotegida de la población, sino en los estratos que conforman la base de sustentación del voto Pro.

Y en esa carrera, también anotan la falta de atención o sensibilidad que tuvo con los clubes e instituciones, pilares y contenedores sociales en los barrios, y con un sector clave en la economía, como son las micro pymes productivas, al borde del abismo si no se revisan las tarifas.

Frente a esa tormenta perfecta que el ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, supo desatar, hay un frente subterráneo, o no tanto, que empieza a esmerilar su figura. Lógico, la oposición lo quiere pasar a degüello, lo mismo que las ONGs y las cámaras empresarias que representan a la pequeña y mediana empresa. Y algunos núcleos de la alianza Cambiemos tampoco lo ve con buenos ojos. En la vereda de enfrente, el presidente Mauricio Macri, lo banca a capa y espada.

Sin embargo, una cuestión personal es la que más complica al poderoso ministro de Energía. “Su pasado lo condena”, deslizó socarrón un caracterizado militante del Pro al recordar los 39 años de trabajo de Aranguren en la filial Argentina de la petrolera Shell, de la que fue CEO desde 2003 hasta diciembre del año pasado.

Resulta que Aranguren todavía conserva acciones de la compañía holandesa por un monto de 16 millones de pesos, poco más de un millón de dólares, y la Oficina Anticorrupción que conduce la ultramacrista Laura Alonso, admite que el caso “es complicado”.

La funcionaria, en diálogo radial, adelantó que se le hará una «recomendación preventiva», por el posible conflicto de interés entre su cargo y la tenencia de los papeles de la petrolera. “Se está estudiando si alguna de las decisiones de Aranguren podrían beneficiar a Shell o a él mismo», amplió Alonso.

Al margen de la cuestión estrictamente institucional, en los mentideros políticos se sugirió la posibilidad de que la admisión pública de Alonso, sobre la investigación que pesa sobre Aranguren, sea la punta de lanza de una ofensiva mayor que apunta al corazón del ministro, severamente cuestionado por extraños y, en voz baja y sin que Macri los escuche, por cada vez más caracterizados dirigentes del Pro.