Pases, renuncias, interinatos y crisis política: el cóctel del que busca aprovecharse la ola naranja para sumar poder en esa ciudad del sur bonaerense.
Entre la licencia y posterior renuncia de Cristian Breitenstein a la intendencia de Bahía Blanca, y el pase definitivo al Frente Renovador del jefe comunal que asumió el interinato en el Municipio, Gustavo Bevilaqua, para el sciolismo se abrió una grieta que le dificulta hacer pie y buscar la forma su sumar poder en ese importante distrito de la Sexta Sección Electoral.
Las noticias políticas que surgen de Bahía Blanca están atravesadas por las polémicas, las idas y vueltas de dirigentes que se van, otros que vuelven y el resto que cambia de camiseta, lo que configura un escenario donde, por el momento, el massismo es el que logra sacar una mejor tajada.
Dámaso Larraburu es un nombre propio clave para que se dé esta situación. Armador histórico del peronismo en la zona, fue la pieza necesaria para que, tras varios amagues, Bevilaqua finalmente salte hacia el massismo, a pesar de que los dirigentes que responden al gobernador Daniel Scioli trataran, tarde, de que esa movida no se concretara.
Sin embargo, el sciolismo aprovechó la licencia de quince días que se tomó Bevilaqua para embarrar la cancha y comenzar a jugar fuerte de cara al año que viene. De viaje por España, el jefe comunal abrió la puerta para que el concejal naranja Ramiro Villalba, quien acompañó a Breitenstein en la lista del 2011, tome el control del Municipio por dos semanas.
Lejos de ser una situación de tránsito, Villaba —que dejó su lugar en ARBA para asumir la intendencia— se tomó el puesto en serio y no dudó a la hora de echar a tres funcionarios municipales que responden al intendente: el secretario de Obras y Servicios Públicos, Rubén Valerio; el secretario de la Intendencia, Martín Laplace; y el subsecretario de Obras Públicas, Rubén Lascano, quienes estan apuntados por un accidente en una plaza que le costó la vida a una menor, fueron eyectados del Ejecutivo local.
Al principio, esta movida confundió a propios y extraños. Fuera de sus casillas, Larraburu opinó que «Villalba es un matón del Twitter, pero personalmente no se la banca», y agregó que “le escupió el asado a Bevilacqua cuando fue a buscar un premio. Parece que no tiene los patitos en fila».
En tanto, desde el mismísimo entorno de Breitenstein salieron a despegarse de la situación y confirmaron, tal como lo reconstruye La Brújula 24, que «no compartimos esta locura. Ramiro se cortó solo y sin consultar a nadie».
Sin embargo, el que parece haber clarificado la apuesta del sciolismo en Bahía Blanca fue el titular de Arba, Iván Budassi. El exdiputado provincial trató de tomar distancia de la batalla política que se generó en la ciudad, pero terminó justificando el accionar de Villalba.
Budassi, que días atrás encabezó la apertura de un local naranja en Bahía y se perfila como uno de los posibles candidatos del sciolismo para competir por la ciudad, expresó vía Twitter su parecer sobre la situación: “No comparto la decisión de Ramiro Villalba pero respeto su coherencia entre lo que hizo y lo que dijo como concejal”, enfatizó.
En esa línea, busco poner el eje del conflicto en las operaciones del massismo para quedarse con el control del Municipio, al indicar que “no coincido con que hay crisis política y menos institucional. Éstas se produjeron cuando se hizo campaña por un partido y luego se cambia”.
En un escenario complicado, el sciolismo comenzó a jugar fuerte para volver a controlar el distrito portuario clave de la Provincia. Gran derrotado con el pase de Bevilaqua, está decidido a no perder más tiempo y a jugar el todo por el todo para que a partir de 2015 Bahía Blanca sea de color naranja.