01-04-2017

La crisis en Venezuela

Por Fernando Petrella – Columna de la Agencia Telam

Fernando PetrellaVenezuela no es «cualquier» país. Ha sido un actor central en la independencia de América Latina, en su organización republicana y en la unidad de todo el hemisferio – desde Canadá hasta Tierra del Fuego- un nato equilibrador político y defensor, sin fisuras, de la democracia y los valores más valiosos reconocidos en Occidente. Para la República Argentina, además de todo lo anterior, Venezuela significa muchas otras cosas. La amistad entre José de San Martin y Simón Bolívar, los entendimientos de Juan Perón con Pérez Giménez, y posteriormente, las preocupaciones por el sesgo dictatorial de Fidel Castro y el apoyo estatal a guerrilla en Argentina así como el generoso asilo a las víctimas de esa guerrilla y más adelante, y en gran número, a los perseguidos por la dictadura de 1976/83. Pero hay más, Manuel Aguilar, un destacado diplomático venezolano encabezo la Misión de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA en 1979 que redactó un revelador Informe, cuyo contenido es, aun hoy, motivo de reconocimiento, ejemplo y estudio. Distintos gobiernos venezolanos (Chávez y Maduro incluidos) apoyaron incondicionalmente a las negociaciones con el Reino Unido sobre la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas y del Atlántico Sur, dispuestas por la Resolución 20645/65 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Su diplomacia respaldó siempre a las candidaturas argentinas y respondió prontamente cuando Argentina la invito a integrar el «Grupo de Amigos de Haiti» para monitorizar el regreso de la democracia en dicho castigado país, durante la gestión de Guido Di Tella.

Por estas y otras razones, la continuada crisis de Venezuela – agravada en las últimas horas – nos afecta muy cercanamente. Para empezar, tengamos presente que la actual coyuntura no es representativa en modo alguno de la trayectoria democrática venezolana. Es un grave accidente que no alcanza para borrar todos sus tradicionales aportes. Esto implica que la base democrática y pluralista esta seguramente intacta en la gran mayoría del pueblo venezolano y cualquier acción diplomática debería tener esto en consideración. De allí que, desde las manifestaciones del Presidente Macri hasta los estamentos diplomáticos dirigidos por la Canciller Susana Malcorra la acción Argentina ha sido temprana e inequívoca, pero dejando siempre resquicios para el acercamiento.

Maduro ha vulnerado el Acta de Santiago (1959), la Carta Democrática Interamericana (Perú, Argentina 2001), las decisiones del Mercosur y la Carta de la OEA. El Secretario General de la OEA, Embajador Almagro lo ha puesto por escrito y las reacciones negativas no se han demorado. Argentina no propone nuevo Embajador, Perú retira el suyo, la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Brasil también se manifestaron críticamente. Los Cancilleres del Mercosur y el Consejo Permanente de la OEA se reunirán para coordinar posiciones. Correspondería un accionar enérgico dado la gravedad de la situación institucional, la acuciante cuestión de los presos políticos y la crisis humanitaria.

Ahora bien, el punto crucial es determinar si caben sanciones, cuidando que no afecten a la población e impacten solo al Gobierno y a su «elite circundante» y si es óptimo separar a Venezuela de la OEA. Si se adoptase finalmente esa determinación la pregunta inmediata es: Después como seguimos? Ahora que hacemos?. En general las sanciones económicas o de otro tipo no han dado resultados espectaculares, aunque pueden ser la única posibilidad. Cabe recordar Rhodesia, hoy Zimbabue, Sudáfrica cuando el apartheid, la separación de Cuba de la OEA y más cerca, Irak e Irán.

Atento la importancia de Venezuela haría falta una negociación «sistémica». Esto es, de una amplitud tal que abarque a todos los factores reales de poder en Venezuela. Tal vez, incluyendo elementos de las Fuerzas Armadas, los «negocios», los partidos políticos y oportunamente a la oposición. Hay ejemplos.

Venezuela no es un país «mas» para Argentina. Nuestra diplomacia invito a Venezuela a integrar el Mercosur y ambas diplomacias siguen conversando y cooperando en escenarios multilaterales. Tratemos de encontrar puntos de equilibrio eficaces para una América Latina que no es ajena a las crisis de legitimidad y buen gobierno que se observa en el mundo. En momentos que el sistema internacional nos invita/obliga a recrear un regionalismo Latinoamericano y caribeño (Nunca soslayar al Caribe!), Venezuela no debe constituirse en obstáculo para ese proyecto. Pero deberá asumir que una calidad institucional es imprescindible.

(*) Embajador y ex vicecanciller.