Por Ricardo Sarmiento (*) – Especial para F5 Diario
El concepto de razas, en la historia de la humanidad, ha sido establecido como base ideológica de conquistadores que avasallaron y destruyeron vidas, pueblos y culturas desde tiempos inmemoriales en Europa, Asia, África, América y Oceanía.
El concepto de razas fundamentó y motivó todos los genocidios en la América hispana y anglosajona. Pero la humanidad no los reconoce como tales.
No hay diferencias entre el genocidio americano (anglosajón o hispano y criollo) y los otros genocidios reconocidos por la humanidad en contra de los pueblos armenios y judíos.
Todos fueron inspirados en el racismo como ideología socialmente consciente o subconsciente.
Por lo tanto, el mejor homenaje a quienes fueron víctimas de genocidios, aculturación o etnocidios, no debe apoyarse en el concepto de defensa de razas sino a partir del concepto más elevado que nos equipara en la jerarquía de la vida y la inteligencia que nos caracteriza y diferencia de otras especies de vida. Ése es el concepto de «humanidad». Es el concepto que nos hace únicos como especie y es el que nos hace iguales y da origen, además, a la filosofía y a todas las disciplinas humanistas del conocimiento.
Y es el humanismo los que mantiene unidos los eslabones de la naturaleza gregaria del hombre, más allá de cualquier matiz étnico, religioso o filosófico.
Como especie gregaria, debemos privilegiar esta concepción humanista porque es ese humanismo el que nos permitirá mantenernos unidos como individuos en busca de objetivos comunes como sociedad y así, y sólo así, podremos avanzar en la consolidación de conceptos más cohesionantes, como los de la igualdad o la fraternidad, para que en base a ese humanismo primario podamos colaborar, desde cada uno de nuestros roles, en la construcción de una sociedad mejor.
Por eso es que mantengo viva y altiva mi mayor esperanza (o utopía) que consiste en que nos reconozcamos, en nuestra vida diaria, simplemente, como seres humanos.
(*) Periodista especializado en Economía. Consultor en comunicación. Escritor.