Por Fernando Espinoza (*) – Columna de la agencia Telam
El peronismo, tanto a nivel nacional como de la provincia de Buenos Aires, respira aires de renovación. Se trata de una reconstrucción necesaria de cara al inmenso desafío que tenemos por delante todos los que soñamos con una Argentina de crecimiento con inclusión social, quienes levantamos las banderas del campo nacional y popular. Hoy el peronismo cumple el rol, protagónico y esencial, de ser oposición a un gobierno de derecha conservadora que ganó en las urnas a través de una campaña que prometía un «cambio», que al final se convirtió en retroceso. Y que repitió hasta el cansancio que todo lo que advertimos que pasaría era una «campaña del miedo», y hoy desgraciadamente es una descripción de la realidad.
Desde las bases del peronismo construimos la unidad y el consenso que nos llevó al nombramiento de las nuevas autoridades del Partido Justicialista (PJ). Sobre esas bases de cientos de miles de militantes, sentamos los cimientos de un nuevo liderazgo político. El peronismo está en una nueva etapa, es un nuevo peronismo, donde hay representación de todo el país a través de los nuevos y jóvenes intendentes recién electos el año pasado. Y donde el movimiento obrero sigue siendo la columna vertebral. Nos hemos reorganizado al mismo ritmo que aparecieron las penurias de los trabajadores, las pymes, la clase media, los jubilados y los jóvenes ante la grave crisis por la que atraviesa la Argentina.
Hace poco más de un mes anuncié a través de diversos programas de opinión y medios de comunicación que en el Conurbano la crisis social se expandía velozmente por la destrucción de puestos de empleo, el brutal tarifazo (de luz, agua y gas), la inflación galopante, la parálisis de los programas y las obras del Estado, y la apertura de las importaciones. Advertí sobre una situación potencialmente explosiva.
En esa oportunidad me tildaron, entre otras cosas, de incendiario, golpista y desestabilizador. Hoy los hechos confirman esa advertencia con la crudeza y la desgracia de ver a miles de personas que vuelven a acudir a los comedores populares, porque de otra manera no tendrían nada para alimentarse. Una verdad que constata con pasmosa sinceridad nada menos que Margarita Barrientos, esa reconocida luchadora social que es tan cercana a los afectos del presidente Mauricio Macri, quien verificó el crecimiento de un 50% en la cantidad de gente que va a alimentarse a su comedor Los Piletones de Villa Soldati, en la Capital Federal, la ciudad más rica de todo el país.
También hace más de un mes, el informe sobre pobreza y desigualdad del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA aseguró que en los primeros tres meses de este año la pobreza creció un 12% y que había 1,4 millones de nuevos pobres en el país. Otro dato devastador que proviene de una institución respetada por todos. Y ni hablar de la realidad de nuestros comedores populares a lo largo y ancho del Conurbano industrial, donde los 140 mil despidos que anunció la CGT antes del masivo acto por el Día del Trabajador no son un número, sino que se ven deambular por las calles con rostro de desesperación.
No era ni golpista ni desestabilizador cuando cumplí con la responsabilidad de desnudar esta realidad de la que hoy se habla en todos los medios. Soy un militante de las banderas de Perón y Evita: de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Y como militante mi lugar de siempre son los barrios, escuchando las necesidades de los trabajadores, la clase media, los estudiantes y los jubilados. Nosotros estamos en el territorio, donde se puede ver la realidad, que es imposible de percibir desde un escritorio. Ésa es la principal diferencia que existe entre los peronistas y los ejecutivos que hoy gobiernan. Por eso pude advertir de esta crisis que vivimos y sus graves consecuencias sociales.
Está muy clara la tarea que tenemos quienes formamos parte de la nueva conducción peronista. Con la fuerza de nuestras bases, haciendo el diagnóstico que corresponde en nuestras jornadas de reflexión y debate que se hacen en todas las secciones electorales y con las propuestas que de ahí surgen, debemos ser la voz de la realidad. Una vez más vamos a estar al frente de esos reclamos que cada día son más, porque cada vez son más los argentinos que ven retroceder los derechos alcanzados. El peronismo será, como siempre ha sido a lo largo de la historia desde aquel histórico 17 de octubre de 1945, el movimiento que representa a la clase media, los trabajadores y los desposeídos. Los peronistas vamos a liderar y a contener los reclamos de los afectados por el brutal ajuste económico de este gobierno que sólo beneficia a las grandes corporaciones multinacionales y a los más ricos de la Argentina. Ni un despido más, ni un derecho menos.
(*) Presidente del PJ Bonaerense y ex intendente de La Matanza.