17-10-2017

El ombudsman nacional, Abal Medina – Diana Conti y una danza de nombres

El trono vacante. La Defensoría del Pueblo de la Nación está acéfala desde que Eduardo Mondino, en 2009, renunció para intentar infructuosamente acceder, vía Córdoba, a una banca del Senado. Desde entonces, una infinidad de jugadas y jugadores que quedaron en el camino, presos de la imposibilidad de lograr los consensos legislativos que permitan alcanzar una mayoría calificada (dos tercios de los presentes de ambas cámaras) para encumbrar a un nuevo Ombudsman. Hoy, un actor que ya intentó quedarse con la “corona”, está nuevamente en carrera.

Diana Conti y Juan Manuel Abal Medina

El tándem que aspira quedarse con la Defensoría del Pueblo de la Nación, Juan Manuel Abal Medina y Diana Conti. No la tienen fácil.

En efecto, por estas horas el senador Juan Manuel Abal Medina opera activamente para quedarse con el escalón mayor del podio de la Defensoría del Pueblo de la Nación Argentina, que también tiene para repartir un segundo y tercer peldaño, los defensores adjuntos I y II, que están vacantes desde la caducidad de los mandatos de Anselmo Sella y Juan Minguez.

El esfuerzo por ocupar la Defensoría lo muestra a Abal Medina trabajando en conjunto con la diputada nacional Diana Conti, quien tuvo su última aparición pública ejerciendo una enfática defensa de la figura del ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, hoy procesado en al menos 3 causas que analizan delitos de corrupción durante las gestiones de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner.

El plan que diseña Abal Medina es desembarcar en la Defensoría y poner a Conti bajo su ala, en una de las adjuntías vacantes, de modo de desplegar desde allí una acción política fuertemente opositora que les daría un perfil público más elevado que las bancas que ocupan actualmente en el Congreso nacional, confiaron a este medio operadores interesados en la suerte de la institución extra poder que vela por los derechos humanos.

Lo singular de caso es que uno de los más incómodos ante el despliegue del tándem Abal Medina y Conti, es el actual senador, jefe de la bancada peronista, Miguel Pichetto.

El rionegrino, en voz baja y también a grito pelado, se encargó de exteriorizar su disgusto. “No hay que entregar ese espacio de poder a dos figuras del más duro brazo político kirchnerista”, disparó ante su mesa chica, que prolijamente se encargó de apuntar el misil a los cuatro vientos.

Cristina Kirchner, cuando eyectó a Abal Medina de la jefatura de Gabinete, intentó imponerlo en la Defensoría del Pueblo, pero los referentes legislativos de la oposición rápidamente salieron a bajarle el pulgar. Entonces, sugirió el nombre de Daniel Filmus. En ese caso, los que decapitaron la alternativa fueron los propios del Frente para la Victoria. En esa encerrona, la expresidenta, en un rapto de ira al ver que naufragaban sus propuestas, habría disparado una frase que aún hoy resuena en el mundillo de los ombudsman: “Ok, si no son ellos, cerrala”, le habría ordenado al exsecretario Legal y Técnico, Carlos Zanini, que lejos de cumplir la orden diseñó un plan B que le permitió manejar por largo tiempo los hilos de la institución.

Hoy, la Defensoría del Pueblo funciona a cargo del subsecretario General, Juan José Bôckel, quien es un abogado que no estaría encasillado políticamente y que podría representar una actitud neutra en caso de ser confirmado al frente de la entidad, como pretende un sector mixto (macrista y radical) que trabaja en bambalinas a favor del statu quo institucional.

De todas formas, Abal Medina y Bôckel no son los únicos actores de esta novela que ya lleva ocho años de capítulos infructuosos. El Defensor del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y presidente de la asociación que nuclea a los ombudsman de todo el país, Alejandro Amor (un gremialista de los municipales porteños que supo tejer fuertes alianzas con el macrismo), también está en carrera para pegar el salto a la nacional.

Mientras tanto, desde el peronismo resurgió la posibilidad de encumbrar al exdiputado Humberto Roggero, y por el lado radical sonó con fuerza el neurocientífico, Facundo Manes, aunque su negativa a secundar a Graciela Ocaña en la lista de diputados nacionales por la Provincia, lo habría hecho caer en desgracia frente a la gobernadora María Eugenia Vidal, lo que haría naufragar cualquier intención de acceder a otro cargo.

El resto de nombres en danza son la exministra de Educación de Carlos Menem, Susana Decibe, promovida desde las filas del Pro; Remo Carlotto, avalado por el Movimiento Evita; José María Campagnoli, propuesto por Elisa Carrió; el massista Matías Tombolini; el socialista Héctor Polino; el exradical Manuel Garrido, impulsado por Margarita Stolbizer; el exdiputado peronista José «Conde» Ramos; la ex titular del Inadi K, María José Lubertino; y el candidato de “Dios”, Juan Grabois, el dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular al que se le atribuye una estrecha relación con el Papa Francisco.

Mientras tanto, la comisión Bicameral del Defensor del Pueblo será la encargada de seleccionar – de la nómina de postulantes- una terna de candidatos, la que finalmente llegará al cuerpo para que, con el voto de dos tercios de los legisladores presentes de ambas cámaras, después de ocho años los argentinos vuelvan a tener un ombudsman que garantice sus derechos.

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