01-11-2013

El fuego pa’ calentar debe venir desde abajo

Por Carlos Kunkel (*)

Carlos KunkelComo en cada momento la historia, el peronismo afrontó el desafío de continuar al frente de la formulación de propuestas que respondan a las necesidades y aspiraciones del Pueblo Argentino y a las expectativas que se generan en los pueblos hermanos de Sudamérica y que comparten la visión de consolidar la unidad de la Patria Grande.

Hoy somos parte de una conducción regional que, a instancias de nuevos líderes en esta década, contribuye con cada pueblo en la construcción de ese sueño integracionista de paz, desarrollo, inclusión social y libertades democráticas.

Así, el desafío se vuelve doblemente mayor y comprometido para nuestro partido en este contexto. Mirando retrospectivamente, estoy absolutamente convencido del rumbo que tomamos desde el inicio de la gestión con Néstor Kirchner y las prioridades asignadas a cada tema, montados sobre la catástrofe heredada del neoliberalismo: la desarticulación del Estado, el vaciamiento de sus arcas y la destrucción del aparato productivo, a los que muchos gobiernos y dirigentes contribuyeron por acción u omisión.

La tarea fue levantar un país sobre el terreno del «Que se vayan todos» y del descreimiento que había llevado a las mayorías a pensar que no había salida posible a la crisis política y económica. El desprestigio abrumador, provocado por quienes ejercieron la función pública y el desánimo que alejaba a los ciudadanos del interés en la participación política, había dejado las manos libres a los tecnócratas al servicio de factores de poder económico concentrado, identificados como el «círculo rojo», según lo designa un descartado por sus integrantes.

Sobre este escenario, el peronismo, este que conduce hoy el destino de la Patria, supo interpretar lo que la urgencia imponía para luego sentar las bases de una construcción social, económica y de derechos, sólidas para una nueva Argentina. Una Argentina que ni la peor de las crisis como la vista en 2009, «la burbuja hipotecaria», pudo afectar al extremo como en países «modelos» de la economía capitalista: EE UU o la Comunidad Europea, que volvieron a dar alarmantes cifras de desocupación y pobreza, mientras que el país y la región fueron, por caminos opuestos.

Sin embargo, sabemos que nos falta mucho por hacer para mermar la brecha de la desigualdad, y a eso nos abocamos siempre como peronistas. Formulada esta aclaración, debo expresar que, así como aciertos tácticos y estratégicos, hemos cometido algunos errores que debemos corregir necesariamente para lo que viene. Los resultados electorales que siguieron a 2003, pueden tener distintas lecturas, el triunfo de 2007 y de 2011 en las presidenciales han sido consecuencia de haber colmado las expectativas de sectores populares históricamente marginados y que fueron alcanzando niveles de satisfacción en temas como trabajo, educación, salud, derechos laborales, etc., y por quienes el modelo de gestión fue sin dudas más que aprobado.

No obstante, los resultados legislativos tuvieron otras lecturas. A pesar de que nuestros compañeros se convirtieron en el Congreso en garantes de las políticas sociales y de nuevos derechos de los trabajadores, y a pesar de la gran dinámica participativa que tuvo la comunidad en temas y leyes trascendentes, la performance de los resultados no ha sido la misma para los distintos estamentos, provocándonos algunas bajas en las bancas (aunque no derrotas).

Esto me hace advertir y pensar que luego de haber cubierto satisfactoriamente las condiciones de 2003 y así mismo las de 2007 y 2011, hay emergentes en todas las etapas políticas y sociales; nuevas expectativas, demandas y necesidades propias de una sociedad en crecimiento constante y que lógicamente busca nuevas condiciones, hecho natural e intrínseco a su desarrollo, y que la dirigencia política y por sobre todo la nuestra, la peronista, debe y tiene obligación de interpretar y representar como interés colectivo.

En este punto nos faltó algo en los últimos tiempos, para que los resultados electorales legislativos alcanzaran un consenso mayor, pero estamos a tiempo de corregir algunas cosas, mirando adelante, para fortalecer este proyecto político y al gobierno que tiene años por delante.

Estoy convencido que a esta, la mejor gestión de gobierno de los últimos 60 años, le faltó una adecuación a la nueva realidad sociocultural y económica, sobre todo, dirigida hacia los sectores sociales que siempre han sido el sustento de la representatividad asumida por el peronismo.

Pero no tan sólo eso, perdimos en la política comunicacional hacia los sectores medios. En este esquema de representación y comunicación, creo que lo esencial es garantizar la participación de los activistas, militantes y dirigentes barriales, territoriales en general, y fundamentalmente del movimiento obrero.

No puedo más que, por mi condición, apelar a esa acción que definió al Movimiento Peronista desde 1943 hasta su irrupción masiva, transformadora e indestructible del 17 de Octubre de 1945, con Eva Perón desde las bases y el liderazgo del coronel Juan Perón con su visión estratégica de la realidad Argentina y mundial. Claro que no estamos solos, ni vivimos en una burbuja, por eso, bienvenidos los aportes de todos los habitantes de este suelo de buena voluntad.

El peronismo debe reconocer y sumar todos los esfuerzos que brindan mujeres y hombres de diversas formaciones y visiones que a lo largo de estos 68 años aportan al campo nacional y popular. Pero hay que fortalecer mecanismos de participación de nuestra base social.

Las nuevas universidades de los trabajadores son otra herramienta e instrumento de participación y organización, debemos sumar a los jóvenes junto a otras organizaciones en la tarea de garantizar la fuerza transformadora del peronismo, del partido, y de la política; que es la razón de ser de nuestra existencia.

El desafío que afrontamos a partir de noviembre es, nada más y nada menos, que revitalizar los mecanismos de participación de activistas, militantes y dirigentes que son los actores y el cauce natural de expresión de la sociedad. Hay que ser amplios y garantizar la mayor participación en la toma de decisiones junto a dirigentes que comprendan, interactúen con su comunidad y que sean sintetizadores de las valoraciones, aspiraciones, necesidades y propuestas que desde los barrios y los lugares de trabajo, estudio y actividades sociales, culturales y vecinales se generen.

Esa es la tarea central de la militancia en los próximos 18 meses. Luego habrá que decidir quiénes deben representarnos electoralmente. Pero eso en principio, será también la fuerza de un gobierno que aún tiene mucho por hacer. Como corolario de ese proceso, debemos ofrecer a la sociedad un Partido Justicialista actualizado, dinamizado y adaptado a los tiempos que corren, que exprese nuestros valores, nuestra historia, nuestra doctrina y postulados político ideológicos y programáticos, pero por sobre todas las cosas, representativo de nuestras bases sociales, como nos enseñara José Hernández desde su Martín Fierro: «El fuego pa’ calentar… debe venir desde abajo». InfoGEI

(*) Diputado nacional del Frente para la Victoria – PJ.