Por Eloy Gómez Raverta

La Ford Ranger de la Policía Federal en medio de la calle 48 entre 6 y 7, casi en la puerta de la Facultad de Derecho. Agentes con armas largas, en su entorno.
Martes 22 de diciembre de 2015 – 12.30 hs. – Esquina de 6 y 48. El centro de La Plata transmite un clima ansioso, como ocurre desde que tengo memoria en vísperas de Navidad.
El tiempo no es el mejor, una tenue llovizna humedece el pavimento y la gente se mueve a ritmo acelerado, como para escaparle al goteo y liquidar cuanto antes las compras de Papa Noel.
Pero este año, con la caída de los “Hermanos Macana” como los bautizó mi amigo el “Tortero”, en el centro platense también se respira, camuflado, en la clandestinidad, un aire tenso, sutilmente tenso.
Una densa columna de humo negro se eleva y envuelve en una nube irrespirable al Palacio Municipal. Los cooperativistas, que pretenden cobrar viejas deudas, encienden nuevamente decenas de cubiertas.
En ese marco, los sentidos se agudizan. Ojos bien abiertos y oídos atentos. No pasa nada, pero…
Santa está al caer y hay que terminar con los regalos. Entonces sucede, todo muy rapidito, como en un policial de Hollywood.
Se escucha una sirena y los coches que circulan por 6 entre 48 y 49 comienzan a abrirse. Con maniobras nerviosas, inhibidos por el rugir de una poderosa alarma, le dan paso a un patrullero de la Policía Federal que se mueve ligero y ágil. No está solo. Lo custodia una poderosa Ford Ranger. Y detrás, casi pegada, una Grand Cherokee roja, que al doblar en 48 bloquea sus frenos, hace un medio trompo y ahí se queda, inmóvil. Bloquea el tránsito. ¿Qué pasa?
Todo muy rapidito, como en Hollywood, bajan dos o tres hombres con armas largas y enfundados en chalecos antibala que lucen la indubitable sigla: PFA. Se apuestan alrededor del vehículo y su sola presencia intimida hasta al más guapo.
No es una escena de pánico, pero sí de gran tensión. La gente busca resguardo, salidas alternativas, sin saber qué ocurre. ¿Un robo? El Banco Nación está en la esquina. ¿Sucede algo en la Universidad?, donde la Federal es dueña y señora. ¿Una amenaza de bomba? ¿Hay una toma en la Facultad de Derecho?
Mientras tanto, la gente sigue su marcha por 48 hacia 7, con cautela, pero sin pausa. La intriga manda. Hasta que un curioso –periodista tenía que ser – se acerca al portador de un intimidante Fal Parac, o algo parecido.
– Jefe, ¿Qué está sucediendo que desplegaron semejante operativo?
– Nada, narcóticos y divisas, responde atento pero cortante el singular uniformado, vestido de jean y chaleco antibala, debajo de una gorra azul y detrás de un coqueto bigotito y barba casi candado.
El patrullero sigue su marcha y se mete veloz en el Banco Nación. Detrás, las puertas se cierran presurosas. La Ford Ranger queda en medio de la calle y otros dos o tres policías, entre ellos una mujer, también ocupan lugares estratégicos –armados hasta los dientes– cerquita de la puerta de acceso de los camiones de caudales.
Todo sucede en un par de minutos. Suficiente para que Papá Noel casi huya despavorido. Nada… la simple crónica de una exageración.