18-07-2013

Campañas “tranquis” y turbulencias subterráneas

Por Marisa Alvarez (*) – Columna del diario El Día de La Plata

Marisa AlvarezPareciera que ya todo será igual hasta el 11 de agosto. En la superficie. El tono de las campañas de los principales espacios en la Provincia está nítidamente marcado y consolidado, y -si las encuestas no ordenan lo contrario sobre el final- no habría que esperar grandes novedades en estrategias y discursos, relativamente “tranquilos” frente al habitual tono agresivo del proselitismo argentino. Pero por debajo, los movimientos políticos que implicaron las definiciones de los armados electorales ya se expresan en crecientes turbulencias, a las que los resultados de las urnas podrían convertir en guerras abiertas, con implicancias institucionales.

ESTRATEGIAS EN CONSOLIDACIÓN

El oficialismo seguirá sosteniendo la candidatura de Martín Insaurralde con el acompañamiento constante de la Presidenta y el Gobernador. Cristina, con el discurso de fondo, hablando de las bondades del “modelo” y de lo que se hizo y se hará. Scioli, cada vez más jugado en la defensa de un “proyecto” con el que ya no parece mantener “matices diferenciadores”. En medio de esos elogios cerrados del Gobierno, al candidato se le permite hablar de lo que “está mal”: la inseguridad y la inflación. “Si no es necesario”, ninguno de los tres disparará munición gruesa directa -permitida, sí, para las segundas y terceras líneas del espacio- sobre los candidatos de otros espacios, aunque las chicanas hacia Sergio Massa y Francisco De Narváez -al que claramente prefieren instalar como adversario- irían subiendo de tono.

Massa también busca no tener que salirse de un mensaje estrictamente atado a hablar de “propuestas” y “futuro”, de tono conciliador y de “unidad”. Sin duros cuestionamientos directos al Gobierno de Cristina -sí algunos al de Scioli-, él también aspira a dejar ese rol a las segundas líneas, y a no recibir críticas de un nivel y tipo que lo obliguen a contestar.

Encuestas mediante, difícilmente De Narváez vaya a moverse de la estrategia de tratar de “pegar” a Massa con el kirchnerismo y a mostrarse como el único verdadero opositor. Algo que también pretende instalar el tándem Stolbizer-Alfonsín, “pegando” a Insaurralde, Massa y De Narváez como variantes del PJ que, en ese criterio, vendría a ser el verdadero problema de la Provincia.

TRAS LOS MUROS, SORDOS RUIDOS

Pero por debajo de esa superficie, que tiene que protagonistas centrales las campañas medidas y cuidadas del kirchnerismo y el massismo, ya empezaron a sonar los tambores y se registran inclusive las primeras acciones bélicas entre esos dos sectores.

El último reparto de obras públicas a municipios bonaerenses, hace unos pocos días -en la Casa Rosada, con Scioli e Insaurralde en el estrado-, dejó afuera a las comunas gobernadas por intendentes enrolados en el Frente Renovador que lidera Massa. En rigor, hace ya más de un año que el Gobierno no incluye a esos distritos en la adjudicación de obras; decisión que en estos tiempos electorales les genera un “inconveniente”, al limitar la posibilidades de actos con los candidatos kirchneristas en esos territorios a los de entrega de notebooks. De cualquier modo, la de negar obras públicas al massismo será una de las armas de guerras cuyo uso intensificará el oficialismo a partir de ahora.

Pero además el oficialismo comenzó a desplegar una estrategia particularmente dura e inquietante para esos jefes comunales: fracturar los bloques oficialistas en los concejos deliberantes de las comunas gobernadas por massistas; bancadas que responden a los intendentes y en las que hasta ahora conviven, obviamente, todos los ediles que fueron electos por el Frente para la Victoria.

En la última semana ya se fueron de los bloques oficialistas para formar bancadas propias -con nítido perfil opositor a nivel local, desde ya- varios concejales de San Martín y Almirante Brown, donde gobiernan Gabriel Katopodis y Darío Giustozzi. Y la intención de la Casa Rosada es que esas batallas se vayan extendiendo a todos los distritos que tienen massistas al mando del timón municipal.

Las huestes de Massa, por su lado, ya comenzaron a “independizarse” en la Legislatura, donde esta semana debutó formalmente el bloque de senadores del Frente Renovador, aunque en este caso el nuevo sector político no come únicamente piezas del tablero kirchnerista sino también de algunas bancadas opositoras.

En la senda de mostrar un espíritu más confrontativo con la Gobernación que con la Presidencia, más cauteloso se muestra, en cambio, el massismo en el Congreso, donde todavía no se ha consolidado formalmente un bloque del Frente Renovador.

Sólo una muy mala perfomance electoral del massismo -improbable por ahora a juzgar por las encuestas- podría determinar que estos movimientos queden en la categoría de módicos reacomodamientos. De lo contrario, pasarán a la historia como los primeros temblores de una poderosa onda sísmica que involucrará a todo el peronismo bonaerense -incluidas sus ramas sindicales-, y de la que seguramente participarán sectores que actualmente militan en el espacio l de De Narváez, cuyo armado dejó a la vista una imposibilidad de alcanzar acuerdos.

(*) Periodista. Secretaria de redacción del diario El Día.