24-10-2014

Barcelona y la resurrección de la cultura vermouth

Por Victoria Prim (*) – Después de las ramblas, los Gaudí y la plaza Catalunya, imperdible un tour de tapas por los encantadores bares, vermutherías y bodegas catalanes.

La Rambla de Barcelona, un lugar único, inigualable.

La Rambla de Barcelona, un lugar único, inigualable.

En Barcelona, una vez finalizada la recorrida obligada por Paseo de Grácia, Plaza Catalunya, las Ramblas y los avistajes de las obras de Gaudí, se expande un recorrido trazado por las bodegas y bares que no se debe dejar pasar.

La resurrección de las antiguas y originarles bodegas, bares y vermutherías se dio hace cerca de 5 años, gracias a la curiosidad melancólica de los consumidores de entre 30 y 40 y tantos años, que buscaban inaugurar para ellos y reinaugurar para los establecimientos en cuestión, un lugar propio para salir «de tapas».

Barrios como Grácia, Poble-sec, la Barceloneta, Poble-Nou son algunos de los receptores de las mejores bodegas para salir de tapas, banderines y pinchos, y beber los mejores vermouths caseros y vinos catalanes.

Estos establecimientos, si bien hasta no hace mucho estuvieron a la sombra, nunca cerraron y se mantuvieron, en general, en manos de los mismos dueños desde su origen, mientras perfeccionaban silenciosamente sus recetas en materia de tapas y bocadillos, y también la elaboración de su propio vermouth.

El bar Salvat, ubicado en el barrio de Sants, es conocido por sus anchoas, que pueden ir acompañadas de un poco de pan con oliva y un plato de ajíes verdes, pequeños y dulces, y papas bravas.

Sin embargo, para comer las mejores «patatas bravas», hay que transportarse hacia Sarria-Sant Gervasi y acercarse al Bar Tomás, famoso por tener la mejor versión de este plato.

En tanto, en el Raval, a minutos de las Ramblas, se encuentra el emblemático Bar Kentucky que, fuera de las tendencias de diseño, se mantiene fiel a su estética.

Barrios como Grácia, Poble-sec, la Barceloneta, Poble-Nou son algunos de los receptores de las mejores bodegas para salir de tapas, banderines y pinchos, y beber los mejores vermouths caseros y vinos catalanes.

Inaugurado en los años 40, dispone de una gran barra que discurre casi de punta a punta, mientras las paredes forradas de fotografías y pósters reflejan la historia del bar y del barrio.

De todos los barrios de Barcelona, Grácia es uno de los que más ofertas tiene en cuanto a comercio, consumo y gastronomía. Entre los más destacados está el bar «Casa Alfonso», que data de 1934, declarado incluso de interés cultural en la ciudad.

Pese a haber sufrido modificaciones, esta bodega familiar ofrece croquetas, buñuelos de bacalao, pulpo a la gallega y «pescaíto frito».

Inaugurado en 1954, el bar Quimet es un lugar excepcional del barrio de Grácia, donde se encuentran los clásicos toneles con vinos, las mesas de mármol y paredes atiborradas de botellas de vino.

Allí se pueden probar los chacinados extremeños, anchoas, boquerones, navajas, mejillones y berberechos en conservas y otros platos de elaboración propia, acompañados de una copa de vino o un vermuth casero.

Más cerca del mar, en el barrio de La Barceloneta, está el «Cova Fumada», una bodega que mantiene la identidad del barrio de marineros, que ofrece pescado fresco y variado: calamares a la romana, arenques, sardinas, pulpo y gambas.

Pero hay una tapa que se destaca por sobre las demás: la bomba (papa rebozada y rellena de carne), que puede ir sola o acompañada de salsa alioli o con picante.

Muy cerca del Mercat se sitúa el Bar Electricitat, lugar obligado para tomar un vermuth en La Barceloneta.

Ubicada justo en una esquina, pintada de verde y con dos puertas vidriadas que dejan entrever su añejo encanto, esta bodega ofrece ensalada de cangrejo, pinchos de tortilla de papas, unas anchoas del cantábrico y un vermuth casero que no se deben dejar pasar.

Por otra parte, a dos cuadras de las Ramblas del Poblenou está La Pubilla del Taulat, pequeña y luminosa bodega en donde su cocinero fríe en el momento chipirones, calamares o sepias.

Finalmente, en las calles del multicultural barrio de Poble Sec, delimitado por la montaña de Montjuic y la calle de El Paralelo, aún sobrevive con su impronta original la Bodega Xavier Can Anxoves, un local pequeño, con una estrecha entrada y repleto de botellas de vino en sus paredes.

Allí los vecinos suelen comprar vino mientras toman una «cañita» – cerveza-, acompañada de anchoas, boquerones, aceitunas, papas y demás conservas típicas de cualquier aperitivo.

El recorrido gastronómico de bodegas, vermutherías y bares, hacen de Barcelona un destino más que interesante no sólo para disfrutar, sino para conocer su cultura desde otro lado y despedirla con un cálido «buen provecho y hasta pronto».

(*) Nota publicada en el sitio de noticias de la agencia nacional de noticias, Telam.