07-12-2015

Atributos distrayentes

Por Claudio Gómez (*)

Demi MooreClaudio GómezCada uno ve una película como quiere. La expectación que produce el cine es secamente subjetiva. Por ejemplo, «Acoso sexual» (1994), me pareció un bodrio en su momento. Pero es interesante traer ahora a colación la frágil trama.

Demi Moore (que explota) llega a una empresa que está a punto de hacer una fusión. Michael Douglas, quien había tenido un amorío con la Moore, ocupa un espacio directivo en el área tecnológica de la firma. Demi Moore lo toma por sorpresa y pretende una relación sexual. Él la rechaza. Ante el escándalo, Moore finge haber sido abusada sexualmente. Las pruebas están contra Douglas, que deberá probar su inocencia.

Todo parece lineal. Pero alguien le avisa a Douglas que, en realidad, todo es un ardid para distraerlo de su tarea, ya que hay una pieza de las que fabrica la empresa que tiene una falla irreparable. Eso, de descubrirse, trabaría la fusión.

Lo que Moore intenta es lograr que Douglas se ocupe de sacarse de encima la denuncia de acoso y no se avive de la fatídica falla informática. En síntesis, con sus atributos intenta distraerlo.

Algo parecido sucede en el país: con el asunto del bastón y la banda, estamos despreocupados de lo que sucede en el subsuelo: nombramientos a granel, vaciamiento de los recursos del banco central, aumentos desmesurados. Y nosotros conversando acerca de dónde debe hacerse la asunción del nuevo presidente. Moore me volvía loco, la política también.

(*) Periodista y docente.