07-10-2019

Argentina, solo un milagro

Por Álvaro Vargas Llosa (*) – Columna del diario ABC de España

Los argentinos tenían que ser masoquistas para no estar enfurecidos

Alvaro Vargas LlosaEscribo estas líneas en Buenos Aires y trato de encontrar razones para creer. Creer, digo, que los argentinos no darán la victoria, el 27 de octubre, al peronismo, responsable de un declive de setenta años. Pero no las encuentro, salvo en la ilusión de un milagro que algunos abrigan aún y en las esotéricas matemáticas que los mejores ministros de Mauricio Macri usan para convencer a sus interlocutores de que aún es posible un ballotage e impedir que el kirchnerismo, encabezado en teoría por Alberto Fernádez y en la práctica por Cristina Kirchner, obtenga el 45 por ciento que le otorgaría el triunfo en primera vuelta.

La clase media que votó por Macri está desgarrada entre su indignación por el fallido “gradualismo” del actual Gobierno y su convencimiento de que el peronismo es responsable de haber convertido un país que fue del primer mundo en uno del que los inmigrantes bolivianos, por ejemplo, huyen para regresar a casa. A primera vista, nada más lógico: el peso argentino ha perdido bajo el macrismo 360 por ciento de su valor, la pobreza ha subido seis puntos y tres de estos cuatro años han registrado una tasa de crecimiento negativo. Tendrían que ser masoquistas para no estar enfurecidos. Pero no se entiende que crean, con superstición, que, dado que ningún gobierno no peronista logra todavía gobernar con éxito, es mejor entregar el poder a los vástagos políticos de Perón (cuyas facciones, por cierto, Macri ha logrado la hazaña de unificar), esperando que esta vez esa infausta tribu política redima su negra historia haciéndolo bien. Es el síndrome de Estocolmo que lleva al secuestrado, como mecanismo de supervivencia, a rendir su espíritu de ser libre y soberano ante el todopoderoso del que depende su existencia.

No son pocos los argentinos que, presas de ese síndrome, ponen hoy sus ilusiones en la posibilidad de que Fernández, una vez instalado en la presidencia, traicione todo lo que es, y en especial a sus jefes, que son Cristina Kirchner y la facción que dirige su hijo, Máximo Kirchner, La Cámpora, y opte por la sensatez. Pero nunca, en setenta años, fue capaz el peronismo de traicionar su mentalidad. Cuando Menem, en los ‘90, viró hacia el liberalismo, acabó ensuciándolo y deformándolo con sus impulsos peronistas, que lo llevaron a destruir con una mano lo fabricado con la otra. Además, hay un problema de matemáticas parlamentarias básicas: la facción kirchnerista obtendrá no menos de setenta escaños. Maneja también la violenta calle, está coludida con sindicatos corruptos y ricos, y haría caer a Fernández con relativa facilidad si éste resultara chúcaro más allá de algunas fintas para aparentar independencia. Para no hablar de esa prensa y esos jueces que, como lo compruebo estos días, empiezan a acomodarse a lo que prevén serán los nuevos tiempos (no queda un solo preso por el escándalo de sobornos del kirchnerismo conocido como “los cuadernos”).

Sí, sólo queda un milagro. A veces se dan.

(*) Ensayista y periodista peruano. Analista mundial y político. Hijo del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.