27-10-2014

Un dirigente

Por Aníbal Fernández (*) – Columna aparecida en el diario Página 12 del domingo 26 de octubre

Aníbal FernándezLos dirigentes no se dimensionan por otra cosa que por sus actos, por su acción en el ejercicio de la conducción política y por el amor: mezcla rara de admiración, respeto y cariño sumado a la lealtad que reciben.

Néstor Kirchner provocaba todo eso, y mucho más. “Se me murió el Perón de mi época”, me dijo un pibe durante el velorio. “Cerraste los ojos pero abriste millones”, rezaba un cartelito escrito a los piques. Y si esa definición no alcanzara, basta recordar el llanto desgarrado de los compañeros mozos de Casa de Gobierno frente al cajón, sin importar cuál es la formación política de cada uno. Esa imagen lo dice todo.

Un dirigente de verdad, como lo fuera Néstor, se manifiesta en toda su dimensión en la capacidad de conducir a los mejores, a los más cerriles, a los difíciles.

He discutido infinidad de veces con Néstor, mientras era su ministro del Interior y después también. A los gritos. Entendámonos: pude discutir solo porque él lo permitía. Tenía un carácter terrible y yo no soy de arriar con un palito.

Un día, discutimos fortísimo y a las puteadas. Juro que no recuerdo el tema. He hecho ingentes esfuerzos por recordarlo.

Cristina era presidenta; yo, ministro de Justicia. Esa tarde había partido de fútbol en Olivos como todos los viernes y decidí no ir para no tener que cruzarme con él, en la cancha, en su casa, en la cena… No daba, así que hice llegar mi aviso en tiempo y forma y me quedé trabajando, caliente como una pipa.

Como a las 21.30 llama Néstor:

–¿Dónde estás? –preguntó.

–Trabajando –respondí, cortito y al pie.

–¿Por qué no viniste…?

Hice silencio, tragué aire y le dije:

–Néstor, ¿después de semejante quilombo… querés que vaya?

–¿Sos boludo vos? –me cortó– Lo que pasó fue una discusión de la política. El fútbol es para nosotros, para desenchufarnos, para tener un rato para nosotros. No mezcles las cosas.

Los dirigentes, los que conducen de verdad, deben saber encontrar espacios en los que sus colaboradores se relajan, esos momentos en los que “se dice la verdad”. Juan Perón lo explicaba con claridad, en sus clases de la Escuela Superior de Gobierno, en 1951: “Entre nosotros, compañeros de una misión común, con una doctrina común, no nos podemos ocultar la verdad; la verdadera colaboración está en decirle al amigo: ‘Esto está mal’”.

Discutí muchas veces con Néstor y algunas de esas veces me sorprendía porque, después de habernos cruzado durísimo, al día siguiente ponía en práctica esa idea o sugerencia de mi cosecha, origen de la discusión.

Así son los dirigentes de verdad… Tienen brillo propio, se distinguen. Motivan, generan espacios de discusión en el momento preciso…

Y no arrugan jamás, porque para ellos, la Patria, los intereses de todos los argentinos, jamás ocupan el segundo lugar.

(*) Senador nacional por la provincia de Buenos Aires. Fue ministro del Interior durante los cuatro años de Kirchner presidente.