01-04-2017

Los parlamentarios electos por el pueblo han sido borrados de la vida política

Por Dante Caputo – Columna de la Agencia Telam

Dante CaputoAyer enterramos a la democracia venezolana, la que ya había muerto un tiempo atrás. Fue cuando el gobierno de ese país tuvo que recurrir a la censura, la persecución y la estafa institucional.

Murió cuando el populismo no pudo mantener más la farsa del bienestar a pesar de haber contado con excepcionales condiciones para promover una Venezuela creciente y estable.

Nunca en su historia la relación entre los precios de su producto de exportación (petróleo) y aquellos de los que importa (casi todo) había sido tan favorable en los primero 12 años del siglo.
La relación de los términos del intercambio, porque de eso se trata, había pasado de un índice 68 en 1999 a 262 en 2012. Algo jamás visto y que habría permitido sentar las bases de un desarrollo sustentable. Pero no, la tentación de crear el milagro distributivo, de acumular poder mediante el apoyo que generaba el reparto y de usar ese poder de manera arbitraria, fueron más fuertes.

La Venezuela de Chávez no fue un régimen popular, que satisficiera de manera estable y crecientemente justa los beneficios del gran desarrollo que ofrecía la evolución del comercio mundial; no creó las bases de su propia continuidad. Fue más bien un fogonazo, la ilusión demagógica, el sueño del socialismo del siglo XXI, el encanto de convertirse en el polo revolucionario de la América Latina, de dar plata a sus países amigos, de construir para Chávez la estatua en vida de un líder continental.

El populismo responde con irresponsabilidad y demagogia a la demandas de la sociedad, los gobiernos populares tratan de cambiar la dirección de una larga historia y reemplazarla por otra – duradera- en la que las mayoría no sean más los socios minoritarios del bienestar.

El fogonazo murió y la oportunidad perdida de la década ganada pasó sus cuentas: una inflación de más de 1.600%, caída de más de 10% de producto bruto y las graves consecuencias sociales que acompañaron ese derrumbe. Así, hay 100.000 pacientes esperando para ser operados; 70% de los enfermos de HIV están sin tratamiento; la tasa de muerte de neonatales (muerte antes de los 28 días de vida) es del 19 por mil ( Argentina es 6 por mil); 15 % de la población sólo llega a ingerir una comida por día.

Con inflación, recesión, escasez de bienes básicos, emergencia sanitaria una alta inseguridad ciudadana, la dictadura venezolana terminó atacando el sistema institucional y político. Ahora la Corte Suprema ha asumido el poder de la Asamblea, y los parlamentarios electos por el pueblo han sido borrados de la vida política.

(*) Ex canciller argentino durante el gobierno de Raúl Alfonsín.