13-06-2018

Día mundial contra el trabajo infantil

Por Marcelo Honores (*) – Especial para F5 Diario

Marcelo Honores, Defensor del Pueblo Adjunto en Derechos Humanos y Usuarios de Servicios de Salud de la Provincia.Cada 12 de junio, a instancias de la Organización Internacional del Trabajo, se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, en vista de la imperiosa necesidad de generar conciencia sobre esta problemática y tomar todas las medidas adecuadas para que esta práctica sea erradicada en todas las naciones.

Al leer estas líneas introductorias, más de una persona podría cuestionarse si efectivamente comparte esta mirada. Porque, en definitiva, es razonable pensar en los tantos de hogares donde las labores que desarrollan niñas, niños y adolescentes son, por el contrario, estimuladas. Colaborar en las tareas domésticas, en la empresa familiar o tener un empleo de verano, al tener la edad mínima requerida, son algunos ejemplos de prácticas que pueden considerarse incluso beneficiosas, porque les estimula a asumir responsabilidades y a valorar tanto el esfuerzo personal como el de otros.

Pero el día que conmemoramos no refiere a esas experiencias. Visualiza aquellas prácticas que, lejos de buscar el bienestar y una adecuada educación de niños y niñas, les utiliza como capital de trabajo y les imposibilita, ni más ni menos, ser y sentirse chicos. El trabajo infantil elimina o reduce las chances de que puedan disfrutar de los derechos que se tienen a esa edad, como jugar, aprender o tener tiempo libre, impidiéndoles desarrollarse adecuadamente. Y en la edad adulta, indefectiblemente, serán personas con menos posibilidades de acceder a un ejercicio pleno de sus derechos.

Según datos actuales de Naciones Unidas, 152 millones de niños y niñas entre los 5 y los 17 años son víctimas del trabajo infantil, esta cifra en América equivale a decir que 1 menor de cada 19 lo sufre. De este total de 152, casi la mitad tiene entre 5 y 11 años y alrededor de casi 19 millones de quienes laboran en trabajos peligrosos, no llegan a los 12 años. Los varones representan el 58% de ese total, y sufren mayormente las tareas riesgosas (alcanzan el 62%), pero no se logran registros completos respecto de las pequeñas, ya que la mayoría realiza trabajo doméstico no declarado.

Con el objeto de eliminar estos porcentajes, dos convenios de la OIT, el 182 y el 138, junto a otros instrumentos
internacionales prohíben el trabajo infantil, entendiendo que refiere al trabajo peligroso (porque pone en riesgo su salud o su integridad física, mental o moral), al que imposibilita su escolarización, al que se realiza sin respetar la edad mínima para el empleo, y en las formas más extremas, a aquél relacionado con la prostitución o pornografía, el tráfico de estupefacientes, la esclavitud, la trata de personas o el reclutamiento forzado en conflictos armados.

En Argentina, la ley nro. 26.390 prohíbe el trabajo infantil, determinando que la edad mínima para acceder al empleo es de 16 años, se trate de labores remuneradas o no. A su vez, se incorpora como delito en el Código Penal, con sanciones que llegan a los cuatro años de prisión. Y recientemente, el decreto 1117/2016 establece un listado de trabajos que son considerados peligrosos y por ende, prohibidos para menores de 18 años, entre los que se encuentra, aquéllos que se realicen bajo tierra, bajo el agua, en alturas peligrosas o en espacios confinados, los que implican manipulación de elementos cortantes, los que se efectúan en un medio ambiente que les expone a ruidos, radiaciones, temperaturas extremas, sustancias o agentes biológicos peligrosos, los que se llevan a cabo en el mar o en aguas interiores, o los nocturnos, entre otros.

Tanto las normas internacionales como las nacionales son importantes porque fijan los estándares sobre trabajo infantil que en cada Estado deben ser conocidos y respetados. Pero erradicar esta problemática no es una tarea sencilla, porque depende de muchos factores, como la modificación de ciertas costumbres o el otorgamiento de condiciones laborales dignas y estables a sus progenitores.

Entendemos que cada 12 de junio es una oportunidad para visibilizar estas prácticas y actuar en pos de su erradicación. El Estado es responsable de que esto suceda, pero requiere también de una tarea conjunta que debemos emprender desde todos los sectores: las patronales, los sindicatos, las organizaciones sociales, las escuelas, los medios de comunicación, la sociedad civil y las familias… Sólo así podremos avanzar en brindar a todos nuestros niños y niñas, sin discriminación, el derecho a disfrutar de su niñez. Generar conciencia es sin dudas, insuficiente, pero a la vez indispensable.

(*) Defensor del Pueblo Adjunto en Derechos Humanos y Salud de la provincia de Buenos Aires.