29-10-2015

Autocrítica

Por Claudio Gómez (*)

Diego MaradonaClaudio GómezAntecesora de la famosa «La pelota no se mancha», la frase «yo me equivoqué y pagué» cobra inusitada coherencia y actualidad después del último domingo.

No cualquiera está en condiciones de recitar semejante estrofa. Le cabe sólo a aquellos que tenían todo para ganar y, sin embargo, por un extravío, perdieron el rumbo.

Se pueden discutir las razones que provocaron la equivocación y es considerable que se haga; lo que no se puede hacer es cargar las culpas en las normas sociales, por antojadizas que ellas sean, porque están presentes siempre y en materia política hay que registrarlas. Esquivarlas implica un costo. Acaso un costo que el rebelde repudie y trabaje para cambiar. Lo que es muy justo, pero es tan justo como decir que están y tienen fuerza simbólica de ley.

Que el kirchnerismo haya perdido la provincia de Buenos Aires a manos de una chica de 40 años, que se inició en política por el azar de que la fila de Ciencias Políticas era más corta que la de Derecho, es un estímulo para pronunciar aquello de «yo me equivoqué y pagué». Tuve todo para ganar: las condiciones económicas, el apoyo popular, buenas ideas, logros importantes y estructurales, y hasta suerte. Pero «me equivoqué».

Es cierto eso de que «la pelota no se mancha». Diego lo advirtió y no culpó a nadie; al contrario se disculpó ante miles de hinchas que manchamos la pelota más que él. Pero hay que ver que si en el fútbol, el instrumento es inmaculado más allá de los yerros de los hombres, en Política, la soberbia enturbia hasta las aguas prístinas que ahora caen sin rimel y se llaman lágrimas.

(*) Periodista.