07-10-2013

Aúllan Pejota

Por Néstor Piccone (*)

Nestor Piccone

El deseo es un motor de la historia individual, es como la utopía, ese afán por conquistar lo imposible que tienen los hombres y las mujeres con pasión. Aunque el deseo nunca se satisface (Lacan dixit) y la utopía nunca se concreta en su totalidad ambas sirven para seguir, para superar lo inmediato.

La Argentina de los últimos diez años logró avanzar muchos pasos hacia sus logros más importantes, pero como la utopía, en la medida que se acercaba estos logros se corrían unos pasos más.

Este mecanismo de aproximación a la satisfacción plena, activa efectos ambivalentes como sucede con todas las acciones movilizadoras de afecto. Dan alegría pero también activan la angustia. En ese estrecho andarivel se desliza la vida de todos los humanos.

Los Medios operan como nunca antes sobre la vida de todos los ciudadanos de todas las clases sociales de todo el mundo. Alguna vez, en ocasión de una visita a la cárcel para asistir Emilio Alí, preso político de la democracia; en la larga espera a la que todos los servicios penitenciarios someten a los extraños tuve ocasión de ver como los guardiacárceles se buscan o buscan a sus amigos en las páginas de policiales de los diarios más amarillos.

Los medios generan muchas cosas. Todos somos sensibles a aparecer en los Medios. En primer término importa poco el trato que los diarios, canales de tevé o radios nos dediquen. Lo importante es aparecer.

Algunos creen que las personas públicas salen indemnes del trato de los Medios. Es un error; este año, dos personajes mediáticos Viviana Canosa y Ernestina País -por distintos motivos- saltaron de la pantalla a la vida real ambas padeciendo efectos colaterales del combate mediático.

A diferencia de la utopía, el deseo sufre los efectos que los mandatos producen en la interacción de los humanos.

Ella hizo señas con las manos como indicando que al momento de cerrar el cajón (momento dramático en la vida de todas los personas) de su compañero de vida, ante un cuerpo ya sin vida prometió que lo “iba a hacer quedar bien”. Y como si hiciera falta subrayó que ella “se mató” en ese primer gobierno.

El 14 de setiembre de 2010 Néstor Kirchner, a 72 horas de una intervención en su corazón, se presentó en el Luna Park, en un acto de la juventud kirchnerista. Fue el día en el que su imagen se asoció al Eternauta de Germán Oesterheld.

Los mandatos operan muy fuerte y los militantes de los 70 cargan en sus espaldas con un mandato de revolución en el que además se juega la culpa de seguir vivos cuando muchos murieron o fueron desaparecidos.

Cristina es una militante, que comenzó su acción en los años de plomo. La muerte de Néstor y las masivas muestras de afecto le amplificaron el mandato histórico.

La derecha Imágenes integradas 1tras las PASO se lanzó a definir el modelo de transición, como un lobo hambriento. Sin el más mínimo respeto pretende utilizar el agobio bio-psíquico-social de la presidenta convirtiéndolo en el pronosticado fin de época. Las pantallas muestran sus fauces con un líquido viscoso, blancuzco, sedientos de sangre.

Apuran al pejotismo, entusiasmados con una sucesión presidencial domesticable.

El movimiento nacional popular y latinoamericano está hecho por humanos, algunos más capacitados, inteligentes y pasionales que otros.

El reaseguro de la continuidad del Proyecto está en las organizaciones sociales, sindicales, políticas, empresariales, en el pueblo, en la gente que, creciendo de golpe, debe empoderarse para evitar que el necesario reposo presidencial o la derrota electoral sean el festín que la manada de lobos pretende.

Aúllan pejota porque saben que sus candidatos solo balbucean un formato ni siquiera electoral.

Dramáticamente el futuro vuelve a convocar participación. Con participación y poder popular la restauración lobuna no será. Quedará apenas en un trote lobero que por más que celebre el agotamiento de su presa, no podrá gozar el festín.

El deseo y la utopía (de los más) juegan a favor.

(*) Periodista, psicólogo. Militante de la Comunicación.